La Epístola de la santidad es un hermoso e importante fruto de la literatura cabalística de todos los tiempos. No sólo consagra numerosas páginas a valorar la relación carnal confiriéndole un estatus espiritual eminente, sino que trata además un tema delicado sin lirismo ni pudor, proponiendo un ideal de vida conyugal que conduce a un dominio de sí mismo y una elevación espiritual de la pareja que pocos escritos han sabido evocar con tanta delicadeza y tacto. Se trata de uno de los primeros textos de la Cábala que alcanzó una amplia difusión popular. Esto se debió sin duda al tema del que trata: la sexualidad "sagrada". Mientras que la filosofía judía dejó de lado este tema, la Cábala le concedió la más alta importancia. El autor, cuya identidad es aún objeto de discusión, redactó un opúsculo al que dio la forma de una epístola dirigida a un amigo. El tema es las relaciones sexuales y la procreación. Ello no se plantea en términos de ética o de moral normativa, sino que se apoya sobre bases metafísicas. Unirse a una mujer y procrear no son, para la Epístola, actos triviales. Son actos percibidos como prácticas rituales, como servicios religiosos dedicados a Dios. Pero estas prácticas, incluso "convertidas en rito", no pierden nada de su carácter íntimo y personal. En lugar de abandonar la dimensión amorosa y sensual, ésta ha investido el culto religioso de una sexualización del mundo divino. El hombre como reflejo o imagen de la plenitud divina es a la vez macho y hemb