Paul Valéry escribió que los dos peligros que amenazan al mundo son el orden y el desorden. Sobre el orden y el desorden de la sociedad contemporánea gira este texto. Una idea lo recorre, la de que acaso el reino del hombre ha llegado a su fin. La civilización fundada sobre la supremacía humana, sobre la idea de la superioridad de nuestra especie, deberá ceder su lugar a un orden más respetuoso, más cordial con las otras criaturas. Quiere señalar también que el hombre sólo encontrará el camino de su propia supervivencia si abdica de su trono arrogante y se somete discretamente a los poderes que de verdad rigen la vida y sostienen el universo.
Tal vez en el poder terrible de la ciencia, en el influjo abrumador de la técnica, y en esa creciente hostilidad indiscriminada del hombre hacia el hombre que llamamos industria militar y terrorismo, se pone de manifiesto que la supremacia de lo humano ha perdido su justificación, que hay que buscar caminos por fuera de esa arrogancia ingenua, y que siendo algo mucho más grande lo que ahora debemos salvar, es tarde para el hombre.
Estas palabras de la introducción de Ospina resumen con extremada claridad los temas tratados en los seis ensayos que ahora se publican por vez primera en España. Éste es uno de los libros esenciales sobre los que gira toda la obra, tanto poética, narrativa y ensayística, de William Ospina.
¿Qué le queda al hombre al final del milenio que no sea reencontrar el genuino sentido de lo sagrado y lo bello?
¿Qué significado poseen hoy la enfermedad, la muerte, la naturaleza, y el tiempo libre desprovistos de la profundidad de la mirada mítica?
¿Es -como escribe con tersura William Ospina en estos seis ensayos- tarde para el hombre?