Todos somos coleccionistas: / unos de obras, yo de lugares y vivencias. / Atesoro momentos, personas, miradas, / objetos, sensaciones, experiencias...". Distribuidos por diversos lugares y espacios de la Ciudad Eterna, los poemas de Estancias romanas son una celebración del instante y una elegía del tiempo, un recuento alucinado del paso de las horas y la perplejidad de la vida: Que sea la palabra plena, / el ojo que recoge cada día / la inmensidad del mundo, / la celebración del arte, / la vida en su belleza singular, sencilla, quieta".