Durante los últimos años se ha evidenciado que la gestión que se ha hecho de la crisis en la eurozona no
solo no ha resuelto problemas, sino que parece haber empeorado la situación. La cohesión y el liderazgo que Europa
pretendía lograr con la unificación monetaria hoy están muy lejos de alcanzarse, con los países meridionales asfixiados
económicamente mientras Alemania y los demás Estados que les han concedido crédito se muestran seriamente preocupados
porque el actual contexto puede eternizarse. Las tensiones dentro de la Unión Económica y Monetaria son patentes y el
distanciamiento de sus miembros cada vez mayor.