Obra precisa, detallada, abundante en la recreación de climas y ambientes. Constituye la primera tentativa rigurosa de aproximación biográfica a una figura central de la llamada Escuela Española de París, encierra sobre todo, una reconstrucción apasionante de la vida de Granada en los cuatro primeros decenios del siglo. Muy rico en información sobre todo aquel mundo desaparecido y reflejado, y transfigurado, por el poeta en su obra dramática. Se ha utilizado la correspondencia inédita de Melchor Fernández Almagro, fundamental para la reconstrucción del ambiente de El Rinconcillo, la tertulia vanguardista de la Granada de los primeros años veinte.
Para la investigación lorquiana son importantes los datos que se ofrecen. La obra incluye también nuevos documentos lorquianos; dedicatorias y cartas, además de las fotos del filme La historia del tesoro en el que el escritor granadino se hizo retratar asesinado. Miguel García-Posada. Insula. Febrero 1987.
Un personaje que impresiona por su humanidad, su gracia y el importante impulso creativo que se albergaba dentro de su ser. Yaya Hernández. Diario Jaén. Noviembre 1984.
Granada, la ciudad que pasional y posesivamente será residencia espiritual de la infancia y juventud del pintor jiennense Manuel Ángeles Ortiz y de Federico García Lorca, quien decía del primero: La poesía de su pintura y la pintura de mi poesía nacen del mismo manantial. Granada era la fuente de la que ninguno de los dos amigos se liberaría nunca de su prodigiosa influencia y embrujo maravilloso, a pesar de que un día sus vidas físicas discurran por otros escenarios. Manuel vivirá en París la gran euforia de los revolucionarios movimientos plásticos de los años veinte. Tiempos de grandes amistades, intensos amores y de una bohemia vida activa y alegre. Hará decorados para Manuel de Falla, Eric Satie, Francis Poulenc; trabajará y se divertirá con su gran amigo Picasso; hará cine con Buñuel; boxeará con Miró? Volverá al Madrid de la República y se incorporará al grupo que formaría la Generación del 27, en el que la estrella fulgurante era Federico.