Este libro analiza la formación de las fronteras entre España y Portugal tanto en Europa como en América Latina desde el Medioevo hasta la Edad Moderna. Cuestiona la narrativa habitual que afirma que las demarcaciones nacionales eran sustancialmente el producto de la guerra y de la actividad diplomática. En su lugar, estudia la negociación e imposición, a veces de manera violenta, de derechos territoriales entre agentes que reclamaban antiguas o deseaban nuevas posesiones: campesinos, nobles, eclesiásticos, misioneros, colonizadores e indígenas. Herzog describe ambas orillas del Atlántico como un único espacio imperial. Demuestra que en ambos lados del Océano el control territorial estaba siempre sujeto a negociaciones, en la medida en que vecinos y extranjeros, amigos y enemigos, definían en sus interacciones cotidianas tanto quiénes eran como cuáles eran sus territorios.