Ricardo Moreno nos presenta un alegato en favor de una educación de horizonte y empeño humanistas, últimamente «tan amenazada por una pedagogía de retórica populista y mediática», en palabras de Carlos García Gual. Moreno aboga por un tenaz elogio del valor educativo de la cultura y la lengua de Grecia y Roma, alertándonos sobre el suicidio que supone el olvido de los clásicos.