El Antiguo Egipto se dividía en tierra roja (desierto) y tierra negra (el valle y el delta). Más del 97 por ciento de la extensión de Egipto (aproximadamente 1 millón km2) es desierto, en su mayoría meseta baja, pero también tiene montañas; el pico más alto es Gebel Katarina en Sinaí (2.228 m). La mayoría de la población se concentra en 33.000 km2 a lo largo del valle del Nilo, una llanura fértil dedicada al cultivo.
Con una larga historia a las espaldas y un futuro incierto, es un país en constante cambio, con antenas parabólicas en los pueblos o coches todoterreno en el desierto. Gran parte de la deuda que retrasó a Egipto en los años ochenta se canceló como compensación a su ayuda en la guerra del Golfo; esto, unido a la ayuda estadounidense y al final de las restricciones de movimiento de dinero han mejorado la economía. Se nota la prosperidad y se ven muchos coches de marca y teléfonos móviles. Pero haya los cambios que haya, dos cosas fundamentales se mantienen (que son las que nos retuvieron en el país). Una, la situación de Egipto en el cruce de caminos entre África, Arabia, Asia y Europa. La otra, la fuerte influencia del pasado. A pesar de los más de 2.000 años de influencia y dominio extranjero los egipcios han sabido mantener su herencia física y espiritual.
Egipto presume de tener tres de las más grandes ciudades del mundo: la faraónica Tebas (Luxor), tan importante que los egipcios la llaman " la ciudad " , la antigua Alejandría, el gran centro clásico de la cultura, y el Cairo, la ciudad más grande de África y la legendaria madre del mundo. Tres desiertos forman la mayor parte del país, lugares prohibidos que todavía horrorizan a muchos egipcios. El Nilo, el río más largo del mundo, lo atraviesa y lo convierte en un país habitable. Por último, esa luz única y sensual que confiere tanto al país como a sus gentes un brillo muy especial.