Los dos relatos que publicamos, el mítico Las once mil vergas y Las hazañas de un joven don Juan, que datan de 1907 y de 1911, son dos himnos a la virilidad y al placer; catálogos asombrosos de todas las prácticas, desviaciones y orientaciones sexuales que ofrecen, de forma burlesca, sexo «bruto» envuelto en las obsesiones y fantasías del poeta. Al hacerlo, nos permiten hacernos preguntas y criticar los valores y la violencia del sistema al que pertenecen: el de la dominación masculina. En este sentido, constituyen documentos excepcionales y únicos de su tiempo.
En Las hazañas de un joven don Juan, Roger se marcha de vacaciones a su castillo en el campo, donde fornicará con todas las mujeres de su familia y con casi todas las del servicio. Es todo un inventario de depravaciones que más bien parece escrito para ironizar sobre la literatura pornográfica y sobre los vicios de la sociedad francesa.
En Las once mil vergas se narra la historia de Mony Vibescu, un príncipe rumano que va a París en busca de aventuras. Allí conocerá a la prostituta Culculine dAncône. Tras su regreso a Bucarest, se le invita a participar en la guerra ruso-japonesa como teniente ruso y aceptará motivado por las «perversiones» que una guerra es capaz de proporcionar y encubrir.
Guillaume Apollinaire, que fue uno de los primeros en inventariar las obras de "el infiernillo" de la Biblioteca Nacional, se ha convertido, por propio derecho, en uno de los máximos exponentes de la literatura erótico-pornográfica de todos los tiempos.