Una enérgica y contundente novela negra en clave de western crepuscular.
Coveiro, el sepulturero de Balanegra, cava una fosa. Sin prisa. A golpe de pico y pala ahonda el agujero y mantiene a raya a sus fantasmas. Los muertos no recuerdan nada, y él debería hacer lo mismo. Y es que Coveiro sigue metiendo gente bajo tierra, solo que ahora, ya en la recta final de una vida de violencia, lo hace de manera legal. Flaco consuelo. El ayer, que asoma cada poco entre el mantillo como una flor de hueso, nunca se entierra como es debido.
Por eso se ocupa del cementerio, y de cuidar a su sobrino Marco, un chico autista cuya única obsesión es aprenderse todas y cada una de las inscripciones de las lápidas. Hasta que Rubí de Miguel, dueña de Carbac, la industria cárnica más importante del país, orquesta el sepelio del mayor de sus hijos. Pero los planes se tuercen cuando los hombres de Rubí se topan con un testigo incómodo: Marco lo ha visto todo y deciden llevárselo con ellos. Es entonces cuando Coveiro entiende definitivamente que no hay redención posible