Eurípides (c. 480 - 406 a. C.) vivió en la época del mayor esplendor político y económico de Atenas,
asistió a la construcción del Partenón y los más hermosos monumentos de la Acrópolis, y compartió con sincero
patriotismo el orgullo de los ideales democráticos. De su vida tenemos datos poco fiables. Se nos han conservado
dieciocho tragedias, casi todas ellas pertenecientes a la plena madurez del autor. Con Hipólito alcanzó Eurípides la
cumbre de su creación artística y un éxito rotundo, desvelándonos, con rasgos seguros, la terrible pasión de una mujer
enamorada y la firmeza casi enfermiza de un muchacho perfecto. Aquí no hallamos, como en otras tragedias, la menor
concesión al melodrama, y Fedra e Hipólito son los dos seres humanos de comportamiento más heroico del teatro de
Eurípides, ambos carecen de moderación y deshonran a una divinidad, Afrodita y Ártemis, por lo que deberán sufrir y
pagar sus respectivas culpas. «Eurípides fue el dramaturgo decisivo para el teatro posterior, tanto en el griego como
en el romano. Séneca se inspiró en él constantemente, y luego su huella ha resurgido en cualquier intento de teatro
neoclásico, en Racine, por ejemplo. Muchos han visto en él no sólo al trágico más moderno, humano y realista, sino al
más trágico de los trágicos». CARLOS GARCÍA GUAL