¿Qué tiene el Tercio que enamora y deja una huella imposible de borrar? Sobre todo es el componente humano que lo forma, hombres y, ya, mujeres que dejan todo por servir a una Bandera. Hombres que desde todos los rincones de España y del extranjero acudieron en 1920 a la llamada de Millán-Astray para formar una nueva unidad que ganase una guerra que se estaba perdiendo. Que dejando toda ?su vida anterior? se alistaron allí donde solo se les prometía alcanzar una muerte gloriosa y, muy pocos, lograr el empleo de capitán. Hombres que a los pocos meses de nacer la Legión acudieron a Melilla a salvarla de los rifeños que la asediaban y que con sólo su presencia por las calles melillenses la población se sintió liberada. Hombres que regaron con su sangre las estériles tierras de Ifni y Sáhara. Hombres que abandonaron un territorio donde construyeron cuarteles que eran la admiración de los visitantes y que un día, apretando los puños y con la emoción en sus gargantas, entonaban por última vez sus himnos legionarios y recitaban su Credo. Hombres y mujeres que sintiéndose isleños y majoreros tuvieron que coger de