Expresión soberbia de los vicios y virtudes reconocibles en la literatura decadentista, estas Historias de máscaras, reunidas por el propio Jean Lorrain (1855-1906) para su primera publicación en 1900, constituyen un perturbador repertorio de cómo este motivo nos identifica socialmente. A través de una escritura poseída por el consumo de éter (una especie de «eterografía»), este conjunto de relatos se caracteriza por un estilo de fuerte pregnancia alucinatoria, deformadora, alteradora, y, sin embargo, capaz de mantenerse en los modos veraces de un naturalismo llevado a sus propios límites.