Hong Kong es un monstruo sagrado, le monstre sacré, como ya nos lo advertía Joseph Kessel en el testimonio de su visita en 1955, cuando la ciudad era una colonia británica que recibía a diario hordas de refugiados que provenían de la China interior. Hong Kong, dicen, es una herida mal curada y la revelación de una melancolía que fascina por la belleza con la que se manifiesta. Es la melancolía que nace de una inocencia perdida y que nos negamos a reconocer que se haya perdido, de un tiempo y de un espacio dañados que nadie es capaz de arreglar, y es esa malignidad que se manifiesta en nosotros cuando se pierde por completo esa mirada inocente que es tan necesaria para vivir. Blas Piñero Martínez nos ofrece en este libro un acercamiento a ese Hong Kong deprimido que se daba por muerto y que se despierta súbitamente para devorarnos no sin antes seducirnos con su inquietante belleza. Además, nos acompañan en este recorrido las fotografías de David J. Clarke en donde se percibe el rastro de costumbres y signos heredados que han sabido aportar brillo a la gloriosa tradición cultural hongkonesa.