De un modo extremadamente sintético y esencial, Haas recorre la cultura occidental desde los primeros siglos del cristianismo hasta la actualidad con la intención de revisar la vigencia de la idea de Dios y de los ángeles, así como el lugar que ha ocupado, y ocupa, el hombre en la creación. Una cuestión central inicia el discurso: la peligrosa cercanía de la mística y el ateísmo, aquejados ambos por la negatividad.