Hormigas en la lengua intenta recuperar lo perdido a través de la palabra: la infancia perdida, la comida perdida, el habla perdida, la lengua perdida?(una de las lenguas perdidas que se recuperan: el ladino). No es una novela gastronómica aunque aborda el universo alimentario desde una perspectiva diferente a la que se ha trabajado hasta el momento, muy alejada de la ensoñación, de la idealización, de la magia costumbrista de los fogones, de la erótica de la cocina. Más asociada a la oralidad y a las patologías inherentes a la ingesta, siempre tratadas desde el humor y la hipérbole. A partir de una visión de lo gastronómico que no se solaza en las superficies del placer, sino que indaga en lo doloroso, en la herida, en los juegos de poder, en las deudas vitales de la infancia, Lena Yau nos entrega una novela brillante, original, inolvidable.