Desde principios de los años ochenta, el campo leridano se ha convertido en el escenario en el que millares de trabajadores extranjeros desarrollan sus vidas durante el tiempo que duran las campañas agrícolas. El auge de la fruticultura y el aumento de las expectativas laborales del trabajador autóctono han provocado, paradójicamente, el retorno a las antiguas imágenes de pobreza que habían poblado España. Los campos leridanos nutren su necesidad de mano de obra a bajo precio gracias al establecimiento de extranjeros sobre los que recae el estigma del "sin papeles". Disminuidos en derechos, se han visto obligados a aceptar el trabajo agrícola, caracterizado por ser uno de los peor remunerados y realizados en las condiciones más deficientes. Esta obra aborda de manera específica el trabajo del sindicato agrícola Unió de Pagesos en el desarrollo de un sistema de suministro de trabajadores basado en la gestión de alojamientos y en la selección de mano de obra extranjera.