Cuando la joven Irene llega a Constantinopla desde Atenas no conoce su futuro, pero pronto sabrá encauzarlo: no fue sólo esposa y madre de emperadores, sino que ella misma llegaría a convertirse en la única e indiscutible emperatriz de un Imperio romano de Oriente que, aun en decadencia, todavía conservaba el esplendor de su pasado. Desde Constantinopla y rodeada de un pequeño grupo de fieles, fue capaz de gobernar en solitario y con mano férrea el destino de hombres y tierras, pese a ser mujer. Para ello tuvo que enfrentarse a las conspiraciones y traiciones que una vez tras otra trataron de arrebatarle el poder. Sin embargo, en no pocas ocasiones tuvo que mancharse las manos con la sangre de sus enemigos, e incluso, tal vez, con la de su propio hijo Con gran pulso narrativo y un estilo reflexivo y pausado, pero a la vez potente, merecedor de los mejores ecos de Memorias de Adriano, Irene de Atenas es el relato en primera persona de uno de los emperadores más poderosos del Imperio. Históricamente reconocida por gobernar en tiempos convulsos, su reinado llevó al fin del primer periodo iconoclasta en Biz