James Dean: el hombre que convirtió la rebeldía en glamour y conquistó la eternidad al es trellarse con su Porsche plateado un día de septiembre de 1955. Murió como a él le hubiera gustado, casi instantáneamente y sin haber cumplido aún los veinticinco años. Su corta biografía se resume en el esfuerzo constante de ser diferente, de huir del porvenir gris y aburrido de la granja de Fairmont. Los comienzos fueron duros, sobre todo cuando en 1951 decidió trasladarse a Nueva York, arriesgándolo todo. Serán días de soledad, de indecisión, de miedo, de trabajos mal pagados y de cuartos de pensión. Pero Dean insistió, y poco a poco fue haciéndose un nombre gracias a la televisión y al teatro. Elia Kazan le convirtió en el protagonista de Al este del edén y el triunfo fue apoteósico, aunque se vería aumentado con Rebelde sin causa, donde la identificación entre actor y personaje era ya total. Gigante fue su última película, pero no pudo verla acabada. Jimmy rehuyó fiestas y fotógrafos y rompió con la imagen del galán de cine como eterno conquistador. Tuvieron que pasar décadas antes de que se empezaran a conocer de