Llegué a Medellín buscando a Adrián y conocí a Nahum, a Hernán Darío, a Jonathan, a Víctor Manuel, a Fernando, a Juan Esteban, a Rubén Darío, a Wilinton, a Douglas, a José Daniel, a Ángel Antonio, a Julio y a Fabio. En Barcelona yo soy
Santiago, pero aquí, en la Fundación Faro de Jericó, soy Kalimán, el héroe que escucha las historias reales de unos muchachos heridos, maltratados, desterrados de la buena vida. No se puede borrar lo vivido, y aprender a caminar de nuevo no es tarea fácil. Pero los pelaos de Faro también son Kalimanes, han abandonado la calle y las drogas y el malvivir para empezar a mirar hacia el futuro con esperanza.