Claudia Córdoba observa la vida desde una posición frívola y descarada. Claudia es brillante, culta y se ha convertido, por extravagancia, al catolicismo. Todo lo que ella toca, lo destruye.
Está casada con David, entregado a ella como a una causa a pesar de la oposición de su familia.
Ambos se reencuentran con un viejo amigo en la ciudad de sus años universitarios. Viven sus vidas como si no pasase nada y todo hubiese pasado.