Las huellas sociales y culturales de la esclavitud perduran en las tierras donde tuvo lugar. Desde luego, no hay una continuidad histórica estricta entre la esclavitud y las injusticias actuales pero seguramente quedan ecos, unas constantes. Esta doble preocupación por olvidar el pasado servil y recurrir a él para explicar el presente puede parecer contradictorio para un observador que no tiene ningún conocimiento de estas sociedades, no son estáticas: allí viven
descendientes de esclavos que, como ciudadanos exigen que la herencia de la esclavitud sea examinada por sus conciudadanos. No quieren ser esclavos de la esclavitud impuesta a sus antepasados y están convencidos de que sin una revisión y sin una selección de la herencia, este pasado seguirá siendo un lastre, un arresto domiciliario.