¿Existe la nada? ¿Y las tinieblas?
En marzo del año 800, el diácono Fridegiso presenta una carta a sus compañeros de la corte palatina de Aquisgrán, en la que argumenta con un coraje insólito la existencia de la nada y las tinieblas.
Un año después, Carlomagno envía una carta al monje irlandés Dungalo para que le haga saber si las atrevidas afirmaciones contenidas en la extraña carta de Fridegiso son verdaderas o falsas y, sobre todo, si son sospechosas de herejía.
«Uno de los textos más citados y discutidos de la Edad Media [?]. Y no es casual que el primer texto inequívocamente filosófico de la nueva Europa aborde una cuestión filosófica límite, que ha marcado el destino de Occidente, como es la cuestión de la nada.» Tomás Pollán