¿Qué
cualidades se necesitan para ser un buen jefe? ¿Cómo se consiguen
la autoridad y la credibilidad necesarias para dirigir de forma efectiva? Este
libro responde a estas y a otras muchas preguntas, y nos recuerda los principios
universales que nos permiten colaborar con los demás, ya sea en el trabajo
o en el ámbito familiar:
-No hay autoridad sin respeto.
-El respeto no se funda en la imposición ni en el miedo, sino en la integridad,
la sinceridad y la empatía con el prójimo.
-No podemos cambiar a nadie, sólo podemos cambiar nosotros mismos.
-El trabajo lo hacen las personas, y no puede hacerse un buen trabajo sin cuidar
las relaciones humanas.
Los principios del liderazgo son tan simples que se nos han olvidado por completo.
Confundimos la autoridad con el poder y el respeto con el miedo, lo que lleva
a unas relaciones tensas y recelosas entre jefes y subordinados, y a un triste
resultado: cuando un equipo trabaja para contentar al jefe, ¿quién
se ocupa realmente del trabajo?
Este libro nos enseña que dirigir consiste, paradójicamente, en
servir a los demás, porque un buen líder está pendiente de
sus subordinados para atender a sus legítimas necesidades, ayudarles a
cumplir sus aspiraciones y aprovechar sus capacidades al máximo. Una reflexión
inteligente sobre la responsabilidad moral que implica dirigir que ha servido
de inspiración a numerosos directivos norteamericanos.