Situada históricamente en plena guerra mundial, y ambientada en el popular barrio barcelonés del mismo nombre, Ronda del Guinardó narra la azarosa relación entre un viejo policía y una niña en el umbral de la pubertad. La excusa para esa ronda ejemplar por el barrio es que la niña, obligada por el inspector, debe reconocer el cadáver del hombre que supuestamente la atacó. Tan liviano armazón argumental basta para dar vida a unos personajes que serían un compendio de la desgracia humana si el autor, al tiempo que deja constancia del dolor, no captase la asombrosa vitalidad y capacidad para la supervivencia que caracterizan su universo literario.