José Manuel Suárez pertenece al grupo de los poetas que viven detrás de su obra. Ni ocultos ni olvidados, simplemente a gusto detrás de su lápiz, sus libros y su trabajo como profesor universitario de filosofía.
Es autor, hasta la aparición de La velocidad de los muertos, de otros siete libros de poesía que recibieron atención y críticas solventes: En sigilo de llama, 1994; Desde más luz, 1996; La tierra en tantas manos, 1998; Que en pan crecía, 2002; En sed de alianza, 2006; Tras la huella de un ala, 2009, y Oigo unos ojos (Misereres y payasos de Rouault), 2010.
Su obra alcanza dimensión y calado para transmitir una voz poética contemporánea en la que vibra lo mejor de nuestra tradición lírica y en diálogo con otras, especialmente con la trágica modernidad europea de la primera mitad del pasado siglo, que tuvo una importante manifestación lírica, pero también plástica, filosófica y musical. Su libro Tras la huella de un ala fue premio Ciudad de Salamanca en 2008.
La velocidad de los muertos ahonda en las cuestiones que siempre sostuvieron la poesía de su autor: el amor que alcanza a la compasión, la tensión del espíritu como determinante de lo humano y la sencillez como forma de estar en el mundo.