El autor nos invita a contemplar este futuro religioso incierto desde la esperanza regeneradora de un cristianismo renovado que aspira a ser el interlocutor válido con el laicismo, el resto de las religiones y con la cultura en el sentido más amplio. Desde la esperanza también de una Nueva Evangelización que apuesta por la apertura, la tolerancia y el diálogo para que, sin imposiciones y sin impaciencias, se vaya abriendo paso a la verdad poco a poco.