La mitad de la población mundial, las mujeres, han sido excluidas de la Historia del Arte, relegadas a ser meras espectadoras, inspiradoras o agentes pasivos de unos hechos que también protagonizaron o de los que fueron partícipes, si bien desde los márgenes. Este libro analiza el mecenazgo y coleccionismo de algunas mujeres destacadas, no sólo reinas, que se sirvieron de las artes figurativas, la arquitectura y la música para manifestar su autoridad y su entidad, más que su identidad, así como los casos de varias artistas que gozaron de un reconocimiento silenciado después por los expertos al construir el relato de la Historia del Arte. Su visibilidad no debe hacernos creer que siempre estuvieron ahí y disfrutaron los mismos derechos que sus colegas varones, pues, en la mayoría de los casos, ellas tuvieron que recorrer un camino lleno de dificultades para alcanzar sus metas, al amparo de su condición social, su estado civil o de los resquicios que dejaban las propias leyes. También compartimos el esfuerzo de algunas mujeres por caracterizar de un modo primordial sus espacios habitacionales o su identidad p