Es el Libro de Job una de las composiciones
más enigmáticas de la Biblia. Fray Luis
de Léon tuvo la osadía de traducirlo directamente
del hebreo, y comentarlo de modo
muy prolijo, aun a riesgo de sumar cargos a
los que ya le habían llevado a la cárcel por
traducir el Cantar de los Cantares.
Las desdichas que padece Job serían insoportables
para cualquier mortal. Los amigos
que le restan (muerta ya toda su familia más
cercana) claman contra él para justificar a
Dios. Convierten los castigos de Dios en un
expediente contable que se puede resolver
por medio del cálculo.
Sin embargo, ni la gracia ni el castigo, ni la salvación
ni la pena son reductibles a la aritmética
humana. Fray Luis de León supo desde
el principio que la justificación ante Dios era
la cuestión nuclear de su tiempo.