Muchos cristianos expresan su fe de forma mecánica y ritual. Se preocupan más de cumplir los preceptos que de conocer verdaderamente a Aquel que nos ha salvado. Este libro nos propone volver al entusiasmo con que vivían la fe las primeras comunidades cristianas. En él se nos recuerda que, por encima de las leyes y de las normas, los cristianos debemos aceptar nuestra fe de forma íntima y personal, con la alegría de sabernos amados de forma incondicional, envueltos en la gracia y en el amor del Señor.