Nacida en Salamanca, ingresó en la Orden de Santa Clara en 1956 atraída por el carisma de la fundadora, su vida contemplativa y su vida de oración. Sor Isabel ha residido en varios conventos de la Orden en los que se ha ocupado fundamentalmente de la cocina y de la realización de otras labores como el trabajo en la huerta, el cuidado de las hermanas enfermas o el bordado de manteles y lienzos. En esta obra ha querido transmitir los sabores auténticos y tradicionales de la cocina monacal y ponerlos a disposición de las familias. Sor Isabel quiere hacer partícipe una frase de Santa Clara: Mírate cada día en el espejo de la pobreza, la humildad y la caridad de Cristo, y observa en Él tu rostro. Humildad y sencillez son los rasgos que carectizan a Sor Isabel, y ese buen hacer en su vida conventual queda reflejado en esta obra, que pretende hacer disfrutar de la cocina para cada día y en ocasiones especiales.