Los Reyes Católicos vivieron en continua tensión por las infidelidades de Fernando. Carlos V tuvo varios conocidos bastardos. La vida privada de Felipe II, llena de amantes y de hijos, contradice su imagen pública de rey prudente. Se sabe que el casquivano Felipe IV amó a cientos de mujeres y pobló Madrid de hijos naturales. Carlos IV, María Luisa de Parma y Godoy mantuvieron durante años una amorosa «trinidad en la tierra». En tanto que a Fernando VII sus cuatro mujeres no pudieron alejarlo de sus incontables aventuras. Su hija, Isabel II, fue una amante insaciable hasta el final de sus días, rasgo que heredaron sus descendientes, los dos Alfonsos. José María Solé desgrana esta historia de pasiones e intereses: monarcas de honda religiosidad, obsesionados por el pecado y convertidos en esclavos del sexo; amantes de reyes con el único propósito de enriquecerse; discretas mujeres que servían de recreo a monarcas, cuyos arrogantes hijos buscaban la gloria como generales; reinas enloquecidas por el deseo carnal