"No existe nada tan falaz como la mansedumbre de una planta. Acostumbrados a su liviana y silenciosa compañía, narcotizados por los colores y los aromas que gritan sus flores, en pocas ocasiones somos conscientes de que estamos ante los más expertos alquimistas de la naturaleza. El mundo vegetal oculta prodigiosas sustancias que pueden mitigar el dolor y el sufrimiento humano, capaces de curar enfermedades y, a la vez, arrancarnos la vida en un suspiro. Una planta puso fin a la existencia del mejor de los hombres; otra acompañó a Marco Aurelio durante sus largas meditaciones; y Freud creyó encontrar una sustancia milagrosa en la misma planta que a muchos otros ha conducido a la muerte.