La ciudad del paraíso, como la bautizó Vicente Aleixandre en sus sentidos versos, colgada del imponente monte, apenas detenida/en tu vertical caída a las ondas azules, se abre ante el visitante como un libro de historia: en apenas unos metros conviven el teatro romano, la Alcazaba andalusí, el Museo de Málaga en el imponente edificio de la Aduana del siglo XIX y el Museo Picasso. Además Málaga, acostumbrada a recibir gentes de todo el mundo a través de su puerto, presume de su carácter abierto y cosmopolita. Es imprescindible contemplar la escena internacional del arte contemporáneo, saborear una buena fritura de pescado o pasear por el Palmeral de las Sorpresas y sentarse a tomar algo en algunos de los locales del Muelle Uno con la vista perdida en el casi siempre tranquilo Mediterráneo. Málaga lo tiene todo y con la ayuda de esta guía, el viajero podrá sacar el máximo partido a la ciudad.