Una madre trenza el pelo de su hija y teje a su vez en ella una red de memorias ancestrales: pedacitos de conocimiento hereditario que se perpetúan a través del tacto y la oralidad. Así, en este acto simbólico, se transmite la sabiduría de un extenso linaje de mujeres que ya han transitado la experiencia de la vida. En este relato se recopilan los sentidos que cruzan generaciones de mujeres y se instalan en el presente para modificarlo. Son pequeñas reflexiones y consejos que solo permanecen si se comparten, como cuando aprendemos a hacernos trenzas.