La Guerra Civil ha terminado, pero la paz es un sueño lejano en la casa del Carbonero. Su hijo Roque enfrenta la angustia con un balón en los pies. Tiene talento. De hecho, en el pequeño pueblo de Vallirana creen que triunfará en el Barcelona. Sin embargo, un trágico acontecimiento transformará su destino y lo arrojará por senderos inesperados. En su camino, Roque descubre la Cataluña del maquis, la fascinante Francia de la posguerra mundial y el oscuro exotismo del Magreb revolucionario. Con cada paso pretende redimirse y zurcir un retazo del pasado, pero enmienda sus errores con otros errores que lo empujan a desafíos nuevos. Huye para labrarse un porvenir. Huye porque no puede retroceder. Huye con la amnesia como atajo. Y siempre deja algo atrás: apegos, lugares y pasiones a los que no ha de volver porque ya no existen o, al menos, no como aprendió a quererlos. Mañana veremos el mar, segunda novela de Rodrigo de Pablo Ortiz, propone una reflexión sobre el desarraigo, la búsqueda de identidad y el amor, o la ausencia de él. Algunos episodios olvidados del siglo xx sirven de marco para que el protago