La relación entre amigos y matrimonios se logra solamente cuando se encuentra una proporción equilibrada entre cercanía y distancia, entre marcar y saltar los límites. El trato correcto con los límites, los propios y los ajenos, es la condición para que una vida en común se sostenga y se mantenga viva.También la relación entre Dios y la persona vive del trato correcto con los límites. La persona anhela unirse con Dios. Pero el peligro está en que, en este anhelo, él mismo se diluya y destruya su personificación. La fórmula clásica sin mezcla ni separación muestra el camino de la unión de la persona con Dios.La verdadera unión supera el límite entre Dios y el hombre y, a la vez, lo salvaguarda. En la unión Dios permanece Dios, y el hombre hombre. Aceptar este límite entre Dios y el hombre, en esto consiste para los antiguos la sabiduría del hombre: El temor de Yahveh es el principio de la sabiduría (Prov 1, 7).Así, el tema de los límites afecta de manera central a todos los ámbitos de nuestra vida: nuestro trabajo, el trato con uno mismo, nuestras relaciones y nuestra vida espiritual. En todos ellos se trata de marcar límites y respetar los límites. Deseamos a todos los lectores que encuentren la medida para poner, superar y respetar los límites propios y ajenos, para que sus relaciones tengan éxito y su vida sea cada vez más feliz.