La ruptura de Enrique VIII de Inglaterra con el Papa transformó a un hombre razonable en un tirano, hasta incluso hacer matar a su ex canciller Tomás Moro, su hombre más fiel, que no se doblegó a sus exigencias, traicionado su fe y a la Iglesia católica. ¿Cómo pudo ser este cambio y qué consecuencias acarreó para sus súbditos y a gran parte del mundo Para algunos, Enrique VIII seguía siendo un monarca casi católico, pero quería el poder máximo sobre sus súbditos y sus conciencias con el fin de no ser juzgado por ellos. Sin embargo, la supremacía del rey sobre la Iglesia ya tenía fuerza de ley desde el Estatuto de Praemunire de 1393, por lo que su actuación no fue una auténtica novedad impuesta en 1534 por Enrique VIII. La obra histórica de Santiago Mata se pregunta, entre otras cosas, si solo fue la necesidad de garantizar una sucesión masculina lo que llevó a Enrique VIII a cambiar de bando. La respuesta sigue siendo un misterio, pero según su autor, Enrique VIII llegó a la convicción de que la Iglesia debía ser destruida y para lograrlo, el poder político debía ser único y omnipotente. Así es como en 15