En tiempos estancados surge una apropiación reaccionaria de la nostalgia. El auge reciente de la ultraderecha es ejemplo de ello. La tradición se ha erigido en antídoto de los males del capitalismo; el saber primitivo, en una supuesta fuente de justicia e igualdad. Ante esta situación, la izquierda se encuentra en una encrucijada, atrapada entre el instinto de renegar de la nostalgia y la necesidad de valores históricos. Para entender y también para actuar, la filósofa y analista política Elizabeth Duval estudia aquí las razones del fenómeno y propone vías para desatascarlo, centrándose en el gran reto del siglo XXI: la desintegración de los lazos sociales y el aislamiento de los individuos. Frente a una política aséptica, Duval reivindica un posicionamiento feliz, centrado en los afectos, que nos permita reinterpretar nociones como patria o familia y reforzar los lazos que nos unen.