GARCÍA DUARTE, FRANCISCO DE BO
La huella de Al-Ándalus es mucho más profunda y extensa de lo que pudiera parecer con un análisis superficial del tema. La huella más visible es la del patrimonio en forma de palacios, mezquitas convertidas en iglesias, alcazabas, torres, murallas, etc. Para la existencia de este tipo de huella no es necesario que haya habido una continuidad poblacional, como tampoco es necesaria esa pervivencia para otro de los legados, el científico, que como conocimiento pasa a formar parte del patrimonio de otras culturas. Pero hay otro tipo de huellas que han pervivido hasta ahora que sí que necesitan para su transmisión a lo largo del tiempo de una pervivencia poblacional, muy difícil pervivencia en muchos casos, sin la cual no se entendería ese legado. Una parte de esa población se adaptó rápido, religiosa y socialmente, a la nueva sociedad conquistadora del siglo XIII, de la que por cierto, no divergía tanto como pudiera pensarse. Otra parte de la población andalusí, la que decidió seguir conservando su religión musulmana o judía dentro del territorio ya conquistado, tuvo una adaptación mucho más traumátic