El viejo inspector Ricardo Méndez, hijo de los barrios bajos de Barcelona, eterno principiante que cree más en la verdad de las calles que en la de los tribunales, y que deja escapar a más delincuentes de los que consigue detener. Fracasado, olvidado y tronado, devorador de libros, arrastrando entre coñac y coñac la nostalgia de su antiguo mundo, encandilado por el recuerdo de las mujeres que ya no puede amar.
El viejo
inspector Ricardo Méndez, hijo de los barrios bajos de Barcelona, eterno
principiante que cree más en la verdad de las calles que en la de los
tribunales, y que deja escapar a más delincuentes de los que consigue detener.
Fracasado, olvidado y tronado, devorador de libros, arrastrando entre coñac y
coñac la nostalgia de su antiguo mundo, encandilado por el recuerdo de las
mujeres que ya no puede amar. Desengañado, sarcástico, solitario y solidario,
rebelde, compasivo y tan humano. Simplemente Méndez. ¿Acaso no se merecía un
libro para sí solo? Helo aquí caminando por las soledades y miserias de su
ciudad, cazador de sueños perdidos y de heridas ocultas, al acecho de la
tragicomedia escondida en las esquinas, con su mirada de vieja serpiente capaz
de sondear las tardes muertas de una vida, los resortes íntimos de los delitos,
la cara oculta de los poderosos y la historia enterrada en la casa de una
madame.