Carvalho y Biscuter, cual don Quijote y Sancho, cual Phileas Fogg y Picatoste, han dejado atrás el avispero afgano y, en su huida, han llegado a Bangkok, lugar mítico del pasado del detective, pero ni siquiera en Bali van a hallar descanso; etapa a etapa, se han ganado demasiados enemigos Y a partir de su escala en Australia van a contar con un sorprendente compañero de viaje, un etarra excarcelado en cuyo velero deben atravesar el océano, rumbo a Suramérica. Pero mientras Biscuter se crece ante la adversidad y tienta a Carvalho con una gran sorpresa para el final del viaje, a éste le puede la melancolía: el mundo se ha vuelto un lugar detestable, y encima su ayudante ha empezado a actuar por su cuenta.