María Teresa Álvarez es una enamorada de Roma, a la que viaja todos los otoños desde hace años, porque «Roma es fuente inagotable debelleza. En cualquier rincón, en cualquier esquina se descubre algonuevo. Además, la luz, que siempre obra prodigios, en el otoño romanohace milagros».
En este libro evocador que hailustrado con sus propias fotografías, a la manera de una viajera delsiglo XIX, nos descubre sus rincones favoritos, las fuentes escondidas en recónditas plazas, los secretos mejor guardados en las iglesias ylos palacios romanos, las ruinas y cementerios más románticos?, sinolvidar dónde comer los helados más deliciosos o los cafés en los quehacer un alto en el camino.
«Nunca me cansaré dehablar de la belleza de Roma, donde lo más sencillo puede llegar aconvertirse en sublime. En Roma lo grandioso y lo humilde se dan lamano y conviven en perfecta armonía. Mirándola y sintiéndola, loefímero, lo fugaz, lo pasajero? carece de sentido. Roma es una puertaabierta a la trascendencia».