La frase de introducción lo dice todo: la felicidad. Todos aspiramos a ella, aunque estemos equivocados en la manera de alcanzarla. Vivimos tiempos algo más que confusos. Tiempos revueltos. Tiempos con la casa sin barrer y patas arriba. La casa de todos, la sociedad, parece cada vez más irreconciliable y no vale la razón si la sinrazón tiene el mismo poder de convicción. No vale el sentimiento si lo han adulterado con colorantes para que todo valga lo mismo. No vale ni el amor si para vivirlo te cuesta dinero. Julio Barceno, después de Democracías y falacias; Amar, pensar y saber; e Ideas para una nueva constitución, cambia de registro y se ha superado en esta obra que roza la maldad. A base de ironía y de la cotidianidad más formal, aporta 26 relatos cortos con historias sencillas que lo cuentan todo. Hablan de lo que la mayoría de los ciudadanos sentimos ante una clase política de ínfimo calado, de intelectualidad paupérrima y objetivos tan personalistas, estamos hartos de que nos convirtamos en el peldaño necesario para que ellos accedan al poder. Cansados de poner las espaldas para pisar firme sobre nuestros riñones y alzarse alto. Pero lo bueno de Narraciones políticamente incorrectas, aunque son un deshago del autor, es un descanso para todos al ver que hay quien sí lo dice y, además, con gracia.