Esta es la
historia de la intrépida vida erótica del célebre Charlie, quien empezó a los 14 años con una mujer recién casada,
amiga de su madre y su huésped durante la luna de miel. Poco después -avispado
aprendiz- practicó con su atractiva institutriz. Insaciable, pronto consiguió
que sus propias hermanas le entregaran su virginidad. Nueva institutriz, y,
naturalmente, otra oportunidad de ampliar sus conocimientos. En fin, ¿para qué seguir aquí con la enumeración
laboriosa de las más variadas experiencias de Charli Roberts cuyo itinerario no es sino una desenfrenada y
exitosa secuencia de seducciones a las que se lanza llevado exclusivamente por
la lúbrica curiosidad del sexo ? Charlie
lo ha probado todo, desde la flagelación, el voyeurisme, el incesto, la pederastia hasta las más sofisticadas
orgías. El lector sigue así minuciosamente todo el recorrido de la «educación
sentimental» de este adolescente precoz hasta que se introduce en los más
oscuros secretos de los ritos eróticos.
Nadie puede
afirmar hoy si La novela de la lujuria (1863-1866),
una de las pocas obras eróticas
consideradas clásicas de la época victoriana, es la autobiografía auténtica
de alguien que consiguió mantener hasta nuestros días su anonimato o si es
producto de la febril imaginación de algún escritor o algún personaje conocido
en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo diecinueve. En todo caso, si es
la verdadera historia de Charlie Roberts,
puede perfectamente alinearse al lado de la ya célebre Mi vida secreta en dos tomos (La sonrisa vertical, 8 y 9) y, si es
un producto literario del género, responde a la perfección a las exigencias de
éste durante aquel período histórico en el que imperaba la rigidez moral y la
prohibición. Entre otras, las más notorias son, primero, la de haberse
publicado por entregas y, segundo, la de ceñirse obsesiva y exclusivamente a la
actividad erótica de los personajes, movidos todos por la insaciable curiosidad
de quienes padecen la privación impuesta de algo tan vitalmente necesario como
es el sexo.