Son muchos los productos culturales que problematizan la relación que establecemos con las personas que realizan el trabajo doméstico en nuestras casas, desde la reciente película Libertad (Clara Roquet, 2021), la francesa La ceremonia (Claude Chabrol, 1995) o Los santos inocentes (Mario Camus, 1984), hasta la serie La asistenta (Molly Smith Metzler, 2021). Pero son los que idealizan ese mundo en la época victoriana, la serie Downton Abbey o la mítica Arriba y abajo, los que han logrado asentar en nuestro imaginario la idea de un plácido y ordenado universo basado en la eficacia, la entrega incondicional y la integridad de los señores: nada más lejos de la realidad. Frank Victor Dawes, hijo de una criada que, como tantas otras, comenzó a servir a la edad de trece años, quiso investigar, en pleno apogeo de la serie Arriba y abajo en la televisión británica, las razones de la ostensible disminución del número de personas empleadas en ese sector en el Reino Unido (del casi millón y medio hasta la Primera Guerra Mundial a los menos de cien mil de ese momento). Para ello publicó en 1972 un anuncio en el Daily Tel