Ana tiene el pelo de tormenta y la piel blanca, salpicada de pecas. Es lista, espontánea, divertida y, además, es la reina de los duendes. O eso dice. Ahora está viviendo en casa del severo don Justo, que esconde la sonrisa bajo la cortina de hombre recto del siglo pasado. Y allí llega su nieto Tomás, que no se esperaba tener que pasar en la casona las tardes de lluvia y sol, y las noches de luna llena en el bosque, con una niña tan particular, intentando entender por qué la reina desea las cosas justo al contrario de cómo son en su corazón. Una novela repleta de aventuras, secretos y guiños, desbordante de ternura.