"En agosto de 1942, una asediada Malta estuvo a pocas semanas de rendirse porque sus 300.000 habitantes ya no podían ser alimentados. Churchill tomó la decisión personal de salvar a toda costa la ?isla fortaleza?. No se trataba simplemente de una cuestión de estrategia, sino de prestigio nacional, cuando la fortuna y la moral de Gran Bretaña habían caído a su punto más bajo.