INSTITUTO ESPAÑOL DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS
El año 2014 marcó un punto de inflexión en el contexto de la seguridad transatlántica. Cuando se preparaba la Cumbre de Gales, la Alianza buscaba cómo y en qué áreas debía marcarse nuevos objetivos y reforzar las dinámicas existentes. Sin embargo, la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia y la declaración del Califato por el autodenominado Estado Islámico impusieron un giro en la reconfiguración de la Alianza.
Desde entonces la cooperación práctica con Rusia se ha suspendido. La disuasión y la defensa han recobrado su papel central pero sin renunciar a la imprescindible necesidad de proyectar estabilidad, especialmente enfocada al flanco sur. Cuestiones como la lucha contra el terrorismo y la inmigración ilegal siguen en la agenda atlántica, adaptándose a los desafíos provocados por la guerra civil Siria y los nuevos ataques terroristas. Por otra parte, el mantra de ?hacer más con menos? ha sido sustituido por el número mágico del 2 por ciento de gasto en Defensa.
No obstante, la presión de la complejidad del momento, las diferentes percepciones y urgencias de los aliados no se han traducido en una regionalización de la OTAN, que continua reafirmado los principios de solidaridad y cohesión con un enfoque de 360º.