El pintor sevillano Paco Broca inició su actividad muy joven y con una clara disposición vanguardista en 1977-79. Distintos cursos en varias sedes de la Escuela de Artes y Oficios, en 1977-1986; y su formación en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, en 1987-1992, le proporcionaron un sólido oficio y lo pusieron en contacto con diversos autores de renombre y tendencias artísticas, como los pintores Miguel Gutiérrez Fernández, José Luis Mauri, Francisco García Gómez, Francisco Borrás, Manuel Zambrana, Juan Cordero, José Antonio García Ruiz y Manuel Sánchez Arcenegui. Abrió su primer taller en la calle Martínez Montañés, a principios del año 1987, compartido con Manolo Cuervo, muy cerca de donde estaba establecido Patricio Cabrera, con los que mantiene una estrecha relación. En esa primera etapa de su actividad artística fue distinguido con numerosos premios, entre ellos la Mención de Honor de Focus, en 1988, 1990, 1991 y1992; el Premio de la Universidad de Sevilla en la Exposición de Otoño de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en 1990; el Primer Premio Jóvenes Pintores para el 92, en 1990; y el Primer Premio de Pintura en la Bienal Internacional de Artistas del Mediterráneo, en 1992 y 1993. Desde los años noventa está establecido en un singular estudio en el callejón de los artistas de la calle Goles. En este libro se estudia por primera vez su pintura en un sentido amplio y se establece el perfil de su personalidad artística, que se caracteriza por una continua búsqueda de equilibrio entre las referencias visuales y los conceptos plásticos y, en consecuencia, por una interpretación reelaborada, esencialista y matérica de la realidad. Esto lo llevó a unos parámetros en los que las relaciones internas de las configuraciones asumen el protagonismo por encima de la realidad material del tema representado, que oscila entre el reconocimiento nítido de los espacios y los límites de la abstracción, siempre de modo muy sugerente y con elevados valores plásticos.